Anoche cuando las luces se apagaron y todas las voces dormian,
desde el atisbo de luz que entre las cortinas se asomaba pude percibir
un inesperado espectáculo natural. Las abrí por completo y... ahi frente
a mis ojos pude ver en un cielo azul muy oscuro salpicado de luminosas
estrellas una gran luna en cuarto menguante que posaba su reflejo sobre
las límpidas aguas de un lago que nos acompañó gran parte del camino.
Con tal maravilla fue difícil pensar mucho, sólo quedó relajarme y
apreciar ese regalo de paisaje que la sierra peruana ofrecia y que
misteriosamente los lentes de ninguna de mis cámaras pudieron captar. La
imagen quedó mucho tiempo en mis pupilas mientras oia por los audífonos
una salsa que me encanta y... curiosamente en ese momento sólo alguien
vino a mi mente... luego... ese alguién... respondió al inconsciente llamado... :)